domingo, 29 de enero de 2012

Hacia el Hábitat ordenado





Las familias errantes, emigrantes desde donde no pueden producir se acercan a la vida productiva que creen encontrar cerca de donde hay otras personas, y allí se instalan, haciendo su vivienda con lo que consigan, desde pedazos de madera hasta trozos de láminas metálicas desechadas, fabricando lo que comúnmente llamamos "rancho". Con el tiempo estos ranchos "crecen" y mejoran: les hacen el piso, los refuerzan para hacerlos más estables y sobre todo los equipan, con buenas camas y les ponen la televisión y hasta la señal por cable haciendo del sitio el hogar, el centro de unión de un afán legítimo, que es el de concebir que son un grupo sólido de personas porque se unieron dos y de allí provinieron los demás, constituyendo entre ellos su familia. Esta política de creación de espacios para familias es muy común en Venezuela desde que la bonanza petrolera atrajo hacia las urbes a un sin fin de personas, y desde entonces no ha parado el crecimiento de las rancherías, asentamientos urbanos no controlados, ubicados en cualquier parte. El estado, como ente poseedor de las normas de convivencia, fomentador de las comunidades organizadas donde haya intereses comunes, propicia a la vivienda equilibrada y por ende crea esos programas de sustituirle a la gente el "rancho" precario por la vivienda equilibrada, sólida y bonita, y entonces tumba el rancho y le hace la vivienda al lado o donde estaba el rancho, manteniendo así el desorden urbano propiciado por un necesitado que decidió hacer allí sus cuatro paredes. De esta manera estamos propiciando el mantenimiento del crecimiento desordenado; estamos aumentando el volumen de lo no planificado en contradicción con lo armónico, con lo planificado que es lo que vienen proponiendo todos los planes de crecimiento urbano desde locales hasta nacionales, desde un PDUL hasta un Plan Nacional de Desarrollo, que auspician el poblamiento ordenado. Evitemos en lo posible sustituir ranchos por viviendas, y vayamos hacia la promoción de los urbanismos, para de esta manera propiciar el orden y acostumbrar a la gente a vivir en comunidad, con intereses comunes y en una vida ordenada donde están todos los servicios, donde está la iglesia, el colegio, el hospital e incluso donde está el centro productivo, el trabajo. Ayudemos a los planificadores en esto de ordenar a la sociedad en su hábitat. Emigremos hacia sus planes, dedicando, los que estamos involucrados, esfuerzos diarios en este sentido, desde nuestras posiciones. Que se oriente a las familias hacia los centros urbanos es propiciar la vida comunitaria y es luchar contra el crecimiento desordenado.