QUE NO TUVE PADRE
No tuve padre. Se fue apenas al inicio de todo. De niño y
joven, nunca me hizo falta. Quizás porque nunca reflexioné sobre eso, y también que
influyó, muchísimo influyó, mi madre, que ocupó de extremo a extremo esa
ausencia.
A mi recorrido, que se reflexiona sobre toda una vida, puedo
decir que tuve madre, que tuve hermanos, y tuve hijos, y tuve nietos, que como
un tren, uno, que es el centro de su misma vida, los ve pasando, que como el
sonido de una alegre comparsa que se va alejando, se va diluyendo, se van
desapareciendo. De todo eso que tuve, ya no tengo madre. Ya la vi. Ya pasó ese vagón,
el más blanco. Solo quedó su espíritu, que resonará siempre. Es un cambio que
te hace la vida: te dejo el espíritu pero me das el cuerpo.
Ya casi no tengo hermanos. Se fueron sus
cuerpos, y se están yendo en vida los que quedan, con diferentes herramientas, con un cada vez más tenue
sonido de rieles, como para hacértelo más suave. Pero también queda de ellos la
riqueza de haberlos tenido, de haberlos vivido, de haberlos cuidado, haber vivido
con la idea de eso, con las ganas de eso.
Tengo hijos, que van pasando, que están más cerca o menos lejos que el vagón de los hermanos; hijos que van de viaje más atrás, que van ahí con sus hijos agarrados de la mano mirando al horizonte más que al paisaje, aunque de vez en cuando me miran a mí, me abrazan, reímos juntos. Tengo nietos, que me están llegando. Ya no es que me quedan nietos, ahora es lo que queda de mí para ellos. Aquí tengo lo que me queda: casi todo, para ellos. Lo que más quiero: que les sirva, que les luzca.
Tengo hijos, que van pasando, que están más cerca o menos lejos que el vagón de los hermanos; hijos que van de viaje más atrás, que van ahí con sus hijos agarrados de la mano mirando al horizonte más que al paisaje, aunque de vez en cuando me miran a mí, me abrazan, reímos juntos. Tengo nietos, que me están llegando. Ya no es que me quedan nietos, ahora es lo que queda de mí para ellos. Aquí tengo lo que me queda: casi todo, para ellos. Lo que más quiero: que les sirva, que les luzca.
Hoy, en la cumbre más alta a la que he llegado, en estas
alturas de la vida donde Alguien me ha montado, en la que he notado que es en la
que más quiero estar, en la que más quiero a mis afectos y al tiempo que a las
cosas, en la que ya va terminando de pasar el tren de los afectos y en la que lo
que va quedando es el paisaje, y tiempo, al pintar su fotografía con colores, me estoy dando cuenta que no tuve
padre.