sábado, 17 de noviembre de 2018

Desde Hamburgo hasta Cumaná

A bordo del Falke, de derecha a izquierda: Edmundo Urdaneta, Carlos Delgado Chalbaud, Armando Zuloaga, Juan Colmenares y Rafael Vegas. Cortesía de Memorias de Venezuela.

DESDE HAMBURGO HASTA CUMANÁ
El valeroso capitán Rafael Vegas


En la década de los años ’70 el Banco Industrial de Venezuela editaba libros históricos los cuales hacían llegar a las instituciones públicas en las manos de sus más altos dirigentes, vale decir presidentes, directores, etc. Mi mamá era secretaria del Director del Hospital de Emergencias Médico-quirúrgicas del Valle, llamado por todo el mundo Hospital de Coche, y ella veía que esos libros llegaban allí y allí quedaban a dormir el sueño de los abandonados, y entonces optaba por llevarlos a la casa a engrosar nuestra biblioteca, un cuarto del apartamento donde vivíamos. Ella siempre se empeñó en que tuviéramos una biblioteca, algo que influyó notablemente para que sus tres hijos nos graduáramos de profesiones universitarias.

Esos libros pasaron de ese apartamento a una casa donde ella se fue a vivir a finales de esa década, y allí también montó la susodicha biblioteca en el cuarto que estaba destinado al servicio, y todos estos libros y revistas que ella conseguía en el hospital pasaron a estar en esa biblioteca.

Yo ya me había casado pero mis visitas a su casa eran muy frecuentes, y en esa época me dio por hojear los libros y revistas que ella iba llevando a la casa, y me topé con dos volúmenes cuyos títulos rezan Archivo de José Rafael Pocaterra, la oposición a Gómez. Allí fue donde descubrí que a este presidente de esa época lo habían intentado tumbar varias veces, entre ellas una con una invasión desde el extranjero en un barco alquilado llamado Falke que vino a las costas de Cumaná desde Hamburgo, Polonia, a miles de kilómetros, comandado por un capitán y una tripulación también alquilada, y que llevaba como pasajeros a un conjunto de personas venezolanas armadas hasta los dientes con escopetas y ametralladoras, donde aparecían nombres eminentes de la época y que han trascendido en nuestra historia moderna, tales como Román Delgado Chalbaud, Emilio Fernández, Armando Zuloaga, Francisco Angarita Arvelo, el mismo José Rafael Pocaterra, Rafael Vegas, y otros.

Leyendo con detalle algunos pasajes de esos libros, me encontré con un parte militar. El parte se titula “Lista de las bajas ocurridas en el ataque a Cumaná” (pág. 8, vol. II). Allí aparecen los muertos y heridos resultantes de esa temeridad, ocurridos a minutos del desembarco, y el primero de ellos fue el mismísimo Román Delgado Chalbaud, padre de Carlos Delgado Chalbaud quien fuera presidente de Venezuela, casualmente también asesinado en el año 1950. En la lista aparecen como heridos otros personeros que a la larga salvaron la vida pero lo más curioso es que entre los muertos está el médico Rafael Vegas, con un tiro en la frente (sic). El parte no es de Pocaterra, quien solamente lo recopila en estas memorias. Fue hecho por el Teniente Coronel Carlos Mendoza, quien también salió herido en la refriega.

La época pertenece a un periodo de la vida en el que las personas con inquietudes literarias utilizaban muy frecuentemente la carta como medio de comunicación entre ellos, así como el diario de la vida de cada quien, y muchos ciudadanos se entusiasmaban a publicar lo que denominaban sus memorias, que no es otra cosa que un recorrido a lo largo de sus vidas, escrito a su estilo y a su gusto. 

Resulta que Rafael Vegas no quedó muerto ni mucho menos en esta pesadilla. Quién sabe de dónde sacó Carlos Mendoza esa versión. Muchos opinan que lo que sucedió realmente es que Pocaterra sacó ese parte así para salvar a Vegas de la persecución gomecista que se desataría a los días de estos capítulos y que duraría varios años. Rafael Vegas tenía 21 años en ese momento, y le habían asignado el grado de capitán, a los efectos de la invasión. Estaba estudiando medicina en París, lugar donde se planificó largamente la misma, y él llevaba su diario de vida desde mucho antes de que abordaran ese barco, en base al cual el arquitecto Federico Vegas, su sobrino, elaboró el libro Falke, una de cuyas ediciones, la de Cinthya Rodríguez, la adquirí hace ya algún tiempo.

Rafael Vegas ni siquiera fue herido, pero tampoco pudo abordar el barco en la apurada retirada tras el estrepitoso fracaso, sino que tuvo que huir a pie y esconderse en las zonas selváticas cercanas al mar, donde pasaba noches y días, así como meterse en casas de personas que no comulgaban con el régimen hasta que logró estabilizarse en un hato. Estuvo más de un año en ese lugar y de allí pudo escapar del país a través del mar hacia Trinidad, la cercana isla vecina, donde fue apresado y donde hasta le hicieron un juicio. Cuando el presidente Gómez se enteró solicitó se lo entregaran, no habiéndolo podido lograr. Al quedar en libertad tuvo que quedarse en ese país dado su precario estado de salud, tanto fue así que su madre se fue allá a cuidarlo hasta su total recuperación, que es cuando logra salir de la isla y viajar a París a culminar sus estudios de medicina, de donde pasa a España a especializarse, en plena guerra civil. Se vuelve a París a hacer su tesis doctoral y finalmente llega a Venezuela en 1937 donde ejerce actividades profesionales médicas y educativas relacionadas con los niños hasta que en 1943 el presidente Isaías Medina lo nombra Ministro de Educación, pero al ser derrocado Medina mediante un golpe de estado, se retira completamente de la política y se dedica de lleno a la actividad educativa dirigida a niños. Llegado el año 1950 logra fundar el Colegio Santiago de León de Caracas, un evento con el que soñaba desde que pudo zafarse del trance sicológico que le significó ese capítulo del Falke.

Este Colegio a través del tiempo creció en instalaciones y cantidad de alumnos, y resultó a la larga una referencia en Venezuela en cuanto a calidad educativa, desempeño que ha mantenido a través de los años. Tengo el privilegio de que hoy en día allí estudian dos nietos míos, 90 años después de que el valeroso Capitán Rafael Vegas empuñara un máuser para luchar contra una dictadura en su país, para lo que se hizo un viaje desde las costas de Hamburgo hasta las costas de Cumaná.