martes, 2 de abril de 2019

Guri: guía para dormir tranquilos

Guri: guía para dormir tranquilos

“En el rocío del bosque
 El cielo se retrata
 Y el murmullo del río
 Se nos mete en el alma”. 


         Telésforo Naranjo

          Guri es una región de topografía plana y extensa que contiene a un embalse llamado Guri, el cual antes de los años ’50 era todavía un gran lago natural.

          La región de Guri está ubicada al suroeste de Ciudad Guayana, Venezuela, la ciudad más importante del estado Bolívar, a pesar de que no es su capital. El estado Bolívar es la división político territorial más extensa del país y contiene la mayor diversidad de riquezas minerales llamadas alternativas al petróleo, entre ellas la reserva más grande del mundo del mineral oro, sin mencionar las de bauxita, que es la base del aluminio; las de hierro, diamantes y últimamente se han descubierto grandes yacimientos de coltán, el denominado “oro azul” del cual en el año 2016 voceros del gobierno declararon que Venezuela posee reservas de coltán que rondan los 100 mil millones de dólares. Además y por si fuera poco, el estado Bolívar posee uno de los ríos más caudalosos del mundo como lo es el río Caroní que contiene un caudal de agua dulce que circula por su cauce a una velocidad de 500m3/seg como promedio anual, una inmensa cantidad de agua. Sin embargo el estado Bolívar no contiene ni al cinco por ciento (5%) de la población del país, una gran contradicción. La mayoría de los venezolanos hacen vida en las más importantes ciudades de la zona norte costera, bastante lejos de Guri.

          Sobre este poderoso, ancho y caudaloso río se han construido nada menos que seis centrales hidroeléctricas, que hoy en día suministran mucho más de las tres cuartas partes de la energía eléctrica que consume el país. Cuando llegué a trabajar a Guri ya estaba hecha la primera etapa de la  que se estaba construyendo en ese sector. Ya había 10 turbinas con sus transformadores, los tres aliviaderos y ya estaba el patio de distribución. Lo que tocaba ahora era subirle la cota a la cresta de la presa para que contuviera más agua la cual se iba a requerir con mayor energía para alimentar a los generadores que vendrían en el futuro en una segunda etapa: diez generadores más.

          Hoy en día, ya completamente terminada y en pleno funcionamiento, La Central Hidroeléctrica Simón Bolívar (CHSB) es el ícono, el símbolo de la calidad de la ingeniería venezolana; y es la cuarta en su tipo que más genera electricidad en el mundo, habiendo sido la primera desde su construcción hasta que apareció la que está entre Brasil y Paraguay que le quitó ese lugar. Después aparecieron dos más en territorio chino, relegando la nuestra al cuarto lugar.

Hay que verle la cara a lo que significa generar electricidad desde un río para alimentar a casi el ochenta por ciento de un país que tiene un millón de kilómetros cuadrados de extensión territorial. Desde el patio de distribución de CHSB salen doce líneas de transmisión con cables que están sostenidos por torres que verlas desde abajo pareciera que llegaran al cielo. Esas doce líneas se van sub dividiendo en el camino para ir formando una red que surge de subestación en subestación. Es decir, si nos ponemos a ver a la CHSB en sí y a sus derivaciones en transformadores, cables, estaciones y subestaciones por todo el territorio nacional, nos daremos cuenta de que se trata de una extensa obra de ingeniería, y por lo tanto muy vulnerable a ser malograda en el tiempo de muchas maneras, bien sea por la falta de mantenimiento y modernización o por manos criminales en cualquiera de sus partes, con pérdidas económicas importantes.

          Siendo una obra tan extensa, tan vital y tan vulnerable, indudablemente que amerita un sistema riguroso de mantenimiento, tal y como si fuese un avión Boeing 787 o un Airbus A-380, y un sistema de vigilancia dedicado y permanente, a todos los niveles. Acabamos de ver con los apagones generados que, independientemente de que hayan sido por falta de mantenimiento o por atentados criminales, nos dimos cuenta de que por ahí se puede ir la estabilidad del país en cuestión de horas, con consecuencias nefastas para todos los venezolanos.

          Es la oportunidad para vitalizar la ingeniería de mantenimiento en Venezuela, tan siempre ausente que solamente una universidad dicta la carrera. Se hace del todo justificado ese sistema de garantía de funcionamiento a todos los niveles del Sistema Interconectado Nacional, que considere no solamente a las hidroeléctricas construídas sobre el río Caroní, sino también a las termoeléctricas, a Santo Domingo y a Uribante-Caparo; y que se implemente empezando por la hoya de los ríos, pasando por el río, el lago, el dique, las salas de máquinas, los transformadores, los patios de distribución, las estaciones, las subestaciones, el cableado de alta tensión y sus torres, los colaterales y terminando en el transformador más alejado. De esa manera no oiremos más los gritos enardecidos de nuestros paisanos porque se fue la luz, sino que dormiremos tranquilos como Telésforo: con el murmullo del río que se nos meterá en el alma.

José Durabio Moros
Ingeniero civil
Analista. Investigador.