Toda el agua para todo el mundo.
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Venezuela, el país ubicado más al norte del continente
América del Sur, está llena de las características naturales más increíbles.
Cuando Cristóbal Colón pasó por esas tierras en 1492, que apenas las tocó en un
golfo, el más al este de dicho país, escribió a los Reyes Católicos y les dijo
que había encontrado el paraíso terrenal. Y no era para menos.
En el recorrido que hizo antes de entrar a ese golfo se dio
cuenta de que el agua por la que estaba circulando no era salada, y esta
situación lo emocionó hasta tal punto de escribirles en esos términos a los
Reyes. Al navegar por aquella inmensidad de agua dulce había concluido que se
trataba de aguas de algún gran río que provenía de alguna gran masa de tierra,
ignota para él en ese momento.
Debido al compromiso que tenía de llegar pronto a la isla La
Española, no se adentró más hacia donde él calculaba que provenía aquel inmenso
caudal, lo cual sí hizo siete años después un personaje que le acompañó en su
primer viaje a América llamado Vicente Yánez Pinzón, veterano en el manejo de
carabelas, viaje que hizo con el gran interés de enfilar hacia el sur del golfo
que había comentado Colón, y así lo hizo.
En aquel largo recorrido se topó y descubrió el río Amazonas
y, de regreso, esta vez sin alejarse de las costas, pasó exactamente por la
desembocadura de otro río que llamaban Orinoco, que a la larga se supo que en
dialecto aborigen significa “lugar para remar”. Traspasó ese inmenso caudal de
agua dulce mencionado por Cristóbal Colón y siguió también hacia La Española,
sin atreverse tampoco a adentrarse en tan ancho cauce.
Tuvieron que pasar algo más de 30 años para que alguien de
esa gran cantidad de descubridores y expedicionarios se atreviera a adentrarse
en tales profundas aguas, habiéndolo logrado finalmente el expedicionario Diego
de Ordaz que sentó su base en un lugar a la margen derecha que llamó Santo
Tomás de Guayana en la confluencia del Orinoco con otro inmenso río del que
tampoco se tenían noticias y que a la larga se convertiría en una arteria de vida
para un gran conglomerado humano agrupado en el país Venezuela.
Pasaron los años de tan emocionantes épocas y través del
tiempo se pudo determinar que la cuenca del río Caroní es uno de los sitios
donde más llueve en el mundo. El promedio de lluvia es de 2900 milímetros, con
zonas en donde llega a 6000 milímetros anuales, es decir, más de siete veces de
lo que llueve en promedio en la ciudad de Caracas, capital de Venezuela.
Además, recibe 245 ríos a lo largo y ancho de su área.
Todo ello significa que el rendimiento de agua de la cuenca
es de una magnitud excepcional por lo que el caudal promedio del río Caroní es
muy superior al de ríos famosos en el mundo, como el Nilo, el Danubio o el
Columbia, en cuyos cauces también se han construido grandes presas.
Es algo más de 9 millones de hectáreas que tiene esta
cuenca, donde mucho más de la mitad son bosques vírgenes, garantes de que el
agua llegue al río sin quedarse en el camino. Es así como este río, el segundo
más caudaloso de Venezuela, entrega en su desembocadura seis mil metros cúbicos
de agua cada segundo, algo difícil de imaginar. Incluso se le ha llegado a
medir un poco más de diecisiete mil metros cúbicos por segundo. He allí la
principal causa por la cual este curso de agua fue seleccionado para ser
originario de fuentes importantes de electricidad, fuentes limpias y no
contaminantes.
Siendo Venezuela el segundo país del mundo con más agua dulce,
ella misma se puede garantizar durante cientos de años la fuerza motora de su
energía eléctrica a base de agua, y de una manera ecológica, en plena sintonía
con la naturaleza.
El venezolano se decidió a entender esa realidad a través de
los tiempos por lo que los gobiernos pasantes han colocado sobre su cauce nada
menos que seis centrales hidroeléctricas (Macagua I, II y III; Guri, Caruachi y
Tocoma), y entre las seis suman la bicoca de 17.847 megavatios de capacidad
generadora. La central Caruachi fue galardonada en 2006 con el Premio
Internacional Puente de Alcántara como la mejor obra pública en toda
Iberoamérica.
El río Caroní es una de las atracciones más impactantes del
mundo por su carácter tropical y su inmenso caudal de agua dulce, que verlo
cursar es espectacular debido al volumen y el sonido. Además posee en sus
nacientes al salto Ángel, el más alto del mundo, y seis centrales
hidroeléctricas construidas en su lecho, algo no visto en otros grandes cauces
del globo terráqueo.
Cuando se acabe el agua en el Río Caroní es porque se acabó
el agua en el mundo entero. Es una bendición para esta tierra, llamada por
Cristóbal Colón en su tercer viaje “el paraíso terrenal”, contar con ese regalo
excelso de la naturaleza, un prodigio de río, real y vivo, que contiene en su
seno agua dulce suficiente como para dotar de electricidad limpia a todo ese
país, que tiene el doble de superficie que España, y calmar la sed de todos los
habitantes de este planeta.
Referencias: RT en Español, Monografias.com, Ríos del planeta