viernes, 16 de agosto de 2019

ANTES DE QUE NOS VENGAN A BUSCAR



ANTES DE QUE NOS VENGAN A BUSCAR
Que nos lleven plenos y dormidos


               Uno de los accidentes de salud más impactantes que puede sufrir un ser humano es un accidente cerebro vascular. Hay que ver lo que significa para alguien saber que de allí en adelante estará limitado para una vida mental y física acorde y plena. Hay que temerle a esa posibilidad, y hacer todo lo que esté a nuestro alcance para evitarla.

               La vida es un misterio ante el cual la ciencia de nuestros días, a pesar de los grandes avances, no ha podido desarrollar la metodología eficiente que libere al ser humano de sufrir accidentes tales como el que acabo de nombrar, y mucho más lejos se encuentra el método para prolongar la vida. De allí la máxima que reza “cada quien se muere cuando le toca”, pero no sabemos cuándo será eso. Lo que sí me he dado cuenta es de que hay personas que desarrollan una metodología de vida admirable, como para prolongarla indefectiblemente, pero se han muerto más rápido que aquel que no ha desarrollado nunca ninguna metodología.

               No se sabe exactamente qué provoca transitar el último tramo y concluir, pero sí sabemos que hay factores que influyen, como aquel de los genes, aquel de la alimentación y aquel del medio ambiente donde vivimos. En qué medida uno y otro influyen eso no lo sabemos. Hay personas, incluso personas dedicadas al tratamiento de la salud en humanos, que añaden eso que llaman el estrés (creo que se escribe así), la tristeza y el sufrimiento, ante lo cual la verdad que soy escéptico. Creo más en lo primero de lo que acabo de mencionar como aspectos influyentes.

               De todos esos aspectos influyentes me inclino a pensar que el más pesado es ese de los genes. Siempre he creído que no somos entes únicos, sino que formamos parte de un todo, y que de ese TODO estamos influidos notablemente, y que nos asemejamos mucho a los que en ese TODO tenemos más cerca, vale decir, a nuestros padres y abuelos. De ellos heredamos en buena parte lo que somos. Es como cualquier cuerpo natural, que los que tiene más cerca son los que más se le parecen.
                 Yo le tengo temor a un accidente cerebro vascular porque de mis padres y abuelos, el único que sé de manera fehaciente que tuvo un evento de salud minimizante fue mi abuela paterna, quien sufrió en los albores de su tercera parte de la vida una apoplejía para de allí en adelante quedarse sentada en una mecedora. En su vida plena se tomaba todos los días de merienda una taza de chocolate caliente con trozos de queso blanco adentro. Muchos dirán que ahí está el detalle, pero resulta que conozco personas que hacen y hacían cosas parecidas y superan y han superado a mi abuela en edad de vida por lustros y décadas.

               Somos parte de un todo y parece que lo que más nos influye son nuestros antepasados más cercanos. Hagamos lo que hagamos tenemos fecha fija para el no retorno y lo único que nos queda es vivir bien y plenamente antes de que nos vengan a buscar. Así podrá ser si nos miramos en el espejo de nuestros padres y abuelos. Entonces muy posiblemente nos lleven plenos y dormidos cuando nos toquen la puerta.