miércoles, 27 de mayo de 2020

El socio siniestro


  
                                 
El socio siniestro.
Si estás en el poder pero no eres la cabeza, te la cortarán sin previo aviso.

          Pasé buena parte de mi vida sin ocuparme eficientemente de mi papá, hasta que mi mamá, su temprana viuda, me pidió que hiciera un libro espiritual, y lo primero que se me ocurrió fue hacerlo sobre ella misma.

          Jamás había escrito un libro espiritual. Toda mi producción literaria se había reducido a hacer programas de computación y libros técnicos de ingeniería, pero esa solicitud de ella me entusiasmó para hacer un libro de ese estilo, y lo primero que se me ocurrió fue hacerlo sobre su vida, un libro que, sin ser yo un escritor ni mucho menos, me dio muchas satisfacciones.

          A raíz de ese libro fue que abrí un poco los ojos hacia mi papá, una persona que perdí a mis dos años de edad. Cómo iba yo a atender de ninguna manera a alguien que prácticamente no vi en mi vida. Como yo quería hacer el libro sobre mamá en un entorno amplio, que abarcara su época pretérita más cercana, me fui hacia atrás, a donde mi papá, mucho más atrás de ella, y seguí más atrás todavía hasta llegar donde mi abuelo, es decir, hasta el papá de mi papá, y desde allí arranqué el entorno del libro.

          Eso me transportó a tener que informarme de mi abuelo. Es impresionante cómo uno se retroalimenta conociendo de la vida y las actividades de los ancestros. Yo me enriquecí bastante con ese conocimiento. De parte de mi papá me fascinaron mi abuela y un tío, personajes sin par, recios, regios, rectos, dignos. La verdad es que merecen capítulos aparte. Y me llamó mucho la atención mi abuelo.

          Pensar que uno lleva la sangre de ellos, que uno es parte de ellos. Yo no me explico cómo yo soy parte de mi abuelo, porque si yo hubiera llevado esa vida de guerrero que él llevó, a la mitad hubiera comenzado a hacer otra cosa.

          Mi abuelo se paseó por las épocas de varios presidentes. Nació en plena Guerra Federal y murió en el la plenitud de Juan Vicente Gómez. Pero Cipriano Castro fue el gran influencer de su vida, el que lo sacó del campo y lo metió en la guerra, y todo simplemente porque eran vecinos. Si mi abuelo no le hubiera hecho caso a Cipriano Castro, hubiera sido un exitoso ganadero andino sin haber pasado por las que pasó.

          Cuando Juan Vicente Gómez agarró el poder, él era presidente del Departamento Vargas, que fue donde lo dejó Cipriano Castro. Apenas llegó Gómez, lo sacó de allí y lo mando bien lejos, nada menos que a Margarita, como comandante de armas del estado Nueva Esparta.

          Con la llegada de Gómez al poder empezaron sus desgracias, pues el nuevo presidente no confiaba en él plenamente debido a que fue toda la vida muy cercano a Cipriano Castro, a quien él le acababa de dar el golpe de estado. De allí que lo haya mandado tan lejos, a una guarnición naval donde ni siquiera tenían una lancha cañonera.

          Da la casualidad de que por esa época se rumoraba que Cipriano Castro estaba intentando entrar a Venezuela por las costas de Falcón, y que el encargado de organizarle la llegada era Carmelo Castro Moros, su hermano, quien era sobrino de mi abuelo. Esto hizo que Gómez sacara a mi abuelo del juego militar y lo enviara llano adentro, bien lejos de las costas venezolanas, donde le propuso negocio para criar ganado juntos.

          A mi abuelo no le quedó alternativa que aceptar la propuesta de Gómez y se fue para San Fernando de Apure. Una vez allá, Gómez lo nombró procónsul, que entre otras atribuciones tenía la de ser el único comprador de bestias de la región. Es decir, todo el que quisiera vender una vaca, una mula o un caballo tenía que vendérsela a él al precio que él dijera. Esto se puede leer en varios artículos de historia nacional y regional. Lo que no aparece en ellos es que el negocio con Gómez era que de cada compra que se hacía, la mayor parte iba a parar a sus hatos en la región, y lo que quedaba, le tocaba a mi abuelo, que vendría siendo como su participación en el negocio. Gómez le daba los reales para comprar a través de una cuenta que le tenía abierta en el Banco de Venezuela.

          Entre los vendedores de bestias más destacados estaba uno que se llamaba Emilio Arévalo Cedeño, quien en una oportunidad fue a vender unos caballos a San Juan de Payara, donde mi abuelo despachaba, y mi abuelo le ofreció un precio tan bajo que Arévalo Cedeño se regresó enfurecido con sus caballos, y desde ese día inició la guerra de guerrillas más intensa que haya vivido Venezuela en cualquier época contra cualquier gobierno. Emilio Arévalo fue el gran dolor de cabeza de Juan Vicente Gómez durante varios años, pues era imparable y batalla que libraba, batalla donde salía victorioso.

          Por diferentes fuentes, entre ellas decenas de cartas, periódicos de la época, libros, artículos, y un historiador regional muy sabido con quien tuve oportunidad de conversar, pude enterarme que a mi abuelo no le interesaba ese cargo de procónsul, y así se lo hizo saber a varias personas a las que suponía sus amigos, entre ellos coroneles y generales que hacían vida en Apure. Esta especie llegó a oídos del presidente del estado de la época, quien era un general, informante de Gómez de todo lo sospechoso que allá sucedía. Vicente Pérez Soto era lo que llamaban un “viejo buey” de Gómez, tan despiadado y sanguinario como lo fueron Tomás Funes y Eustoquio Gómez. Los tres conformaban los pilares más siniestros con los que contaba Gómez en su gobierno, quien cuando se enteraba de algo que no le gustaba, mandaba a poner preso o a matar sin miramientos a quien fuera.

          En plena guerra de guerrillas de Arévalo Cedeño mi abuelo amaneció muerto en su cama, sin señales de armas cortantes, ni balazos. Su familia de Caracas no indagó nada. Simplemente lo fueron a enterrar y allá lo dejaron, y allá está todavía. Se rumoraba que lo habían envenenado, pero nunca se supo con certeza de qué había muerto.

          Me impresionó esta participación tan singular de mi abuelo en el desarrollo de esta etapa de la historia de este país, habiendo tenido antes una figuración tan destacada al lado de Cipriano Castro.