sábado, 26 de septiembre de 2020

La Caracas invisible

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La Caracas invisible
A un paso de invivible.

          La urbanización Carlos Delgado Chalbaud de Caracas, conocida popularmente como la urbanización Coche, data de 1949, año en el que la inauguró el mismísimo Carlos Delgado.

          El muy conocido arquitecto Carlos Raúl Villanueva, consentido de Juan Vicente Gómez, diseñó para el Banco Obrero este conjunto de 1.525 viviendas, constituidas por 250 casas para la denominada clase obrera de aquel entonces, 307 casas para la clase media asalariada, 552 casas para la clase media y 416 apartamentos para la clase media. Fue una de las primeras urbanizaciones de gran tamaño en Caracas, no tanto por la cantidad de viviendas sino por lo extenso de sus áreas, donde además de las viviendas se construyó una gran zona deportiva, un cine, una zona comercial con estacionamiento y tiendas, estación de gasolina, escuelas, un centro de salud, una iglesia, y amplios estacionamientos comunes, pues todavía no se concebían claramente los garajes en las casas, de allí que se haya utilizado el sistema de grandes manzanas con circulación para vehículos en la periferia y veredas peatonales para llegarle tanto a las casas como a los apartamentos. Incluso los bloques de apartamentos, que eran de cuatro pisos, quedaron bastante distanciados entre si, dejando grandes áreas libres por sus dos frentes, áreas que ofrecían un generoso paisaje de parques, plazas y canchas deportivas que se hicieron en cada retiro de esos.

          La urbanización fue Inaugurada el 2 de diciembre de 1949 y se puso en funcionamiento a inicios del año de 1950.

          Las casas fueron hechas por el Banco Obrero, que en sus inicios fue un banco para otorgar créditos a los obreros, una institución creada debido a la gran demanda de viviendas que ya había en la época. La demanda era tal, que al poco tiempo Gómez decidió convertir el banco en una promotora de viviendas. Esta Institución sobrevivió a los diferentes cambios de gobernantes que hubo y llegó viva a las manos de Carlos Delgado Chalbaud.

          Mi mamá tuvo la suerte de ser beneficiada con un crédito del Banco Obrero para comprar una de las casas ubicadas en las denominadas veredas, “las veredas de Coche”. Llegamos ella y sus hijos a vivir allí durante seis años, y a pesar de la cantidad de tiempo que ha pasado desde esa grata experiencia, no he olvidado el entorno que nos cobijaba. A nuestra casa se llegaba por una calle bordeada de altos cedros y jabillos, que hoy en día no sé cómo eran ya unos árboles hechos y derechos, si nosotros llegamos en los albores de esa urbanización. Tiene que ser que eran árboles que ya estaban allí o que fueron reimplantados ya adultos y maduros, pues hasta sus frutos nos regalaban. Jugábamos metras y trompos al resguardo de sus amplias sombras y del sonido de las chicharras, que era permanente, y conformaba una especie de ambiente musical en el sitio, cosa que nos encantaba a los que nos la pasábamos debajo de ellos en nuestras diversiones.

          En estos días estaba buscando en un mapa digital el ahora llamado sector Coche para ver si lograba identificar un cerro que quedaba a una vereda de la nuestra. Ese cerro era verde, con diferentes tipos de árboles y arbustos silvestres en su superficie, y allí abundaban las lagartijas y las iguanas, y a nosotros nos entusiasmaba cazarlas, la diversión más emocionante que habíamos encontrado para ese momento.

          En mi búsqueda pude identificar el sector Coche y el cerro en cuestión, catalogado por el urbanista Villanueva como zona verde, así como otros cerros que bordeaban a las manzanas donde estaban las casas. Me quedé asombrado con la violación que le hicieron al proyecto. Me armé de valor y me fui a visitar el sector para corroborar en el sitio lo que acababa de observar en el mapa y, efectivamente, del recordado cerro no quedaba para verle sino su altura, es decir, su diferencia de cota con respecto a las veredas. Todo el follaje fue eliminado y sustituido por dos inmensos edificios grises. Pero eso no fue lo más triste. Fue sorprendente ver cómo todos los alrededores constituidos por zonas verdes que eran los retiros de la carretera a Los Teques y de las avenidas circundantes fueron ocupados por casas de forma espontánea, sin ninguna planificación, de una manera atropellante, sin ningún orden ni armonía de diseño. Cada quien hizo lo que quiso y como quiso, constituyéndose todo el sector en un gran lugar degradado, y por supuesto desvalorizado. La urbanización Coche ya no existe. La zona fue rebautizada como el sector Coche. Se perdió así una urbanización planificada para el bienestar y el buen vivir de sus habitantes.

          Nunca he podido entender cómo nuestros gobernantes de todas las épocas, desde los años ’50 hacia esta parte, no pudieron detener el desarrollo espontáneo, no solamente en Coche, sino en toda la ciudad de Caracas, habiendo tenido todos los recursos humanos y técnicos para hacerlo. 

       Posteriormente a esta desagradable experiencia en Coche tuve la oportunidad de hacerle un recorrido en helicóptero a una zona invisible desde tierra en su verdadera dimensión: el Barrio José Félix Ribas y lo que vi me dejó sin palabras para describir el inexcusable descuido que permitió ese otro gigantesco atrevimiento colectivo que hubo allí.

          No sé si es que nos hacemos los desentendidos por lo grave e irreversible de la gigantesca situación de desorden, insalubridad, y feo paisaje en el que se está convirtiendo Caracas. Hay que pasearse por las consecuencias de todo tipo que eso ha traído a la sociedad caraqueña, y al país.

          Caracas está en una situación urbanística tan tupida, desordenada y caótica, que el ochenta por ciento (80%) de sus habitantes está en los cerros del este y del oeste, en áreas eminentemente constituidas por desarrollos espontáneos, significando esto una situación que no tiene vuelta atrás, y que para detenerla la única manera es quitándole a la ciudad la responsabilidad de seguir siendo la capital de la República. De lo contrario nuestros nietos recibirán un macrosuburbio deshumanizado e invivible.

Fotografía:
La urbanización Coche en su inauguración.
(Fotografía cortesía de Fundación Arquitectura y ciudad)