La pandemia rosa y la Edad Media
La peste negra se llevó veinticinco millones de personas solamente en Europa. Vino también de China, como la pandemia que tenemos hoy, y entró también por Italia, también como la pandemia que tenemos hoy. La peste negra duró por lo menos seis años. Esperemos que, en nuestro caso, no sea también coincidente con la peste negra ni en cantidad de fallecimientos ni en su duración.
El principal medio de contagio de la peste negra eran las pulgas, que campaban a sus anchas en la sociedad medieval, con muy poca higiene. Determinadas ocupaciones estaban más expuestas que otras, siendo más peligroso ser comerciante de paños (las pulgas se esconden entre los tejidos) que, por ejemplo, herrero.
Las primeras medidas para evitar el contagio fue quemar la ropa de los infectados, o prohibir la entrada de cargamentos de tejidos en las ciudades. En algunas ciudades se permitía la entrada al viajero solo después de haberse deshecho de las ropas que traía puestas. En la propia ciudad donde llegaban se las cambiaban por otras «seguras».
Fue la peste más mortal de la historia. Solamente en Asia murió un promedio de cincuenta millones de personas, y murieron todo tipo de personas. Desde los más pobres hasta reinas y reyes.
En Europa era plena época de reyes. En Inglaterra, país al que actualmente tengo sometido a un repaso de su historia medieval, reinaba Eduardo III, pero a pesar de que la mitad de su reinado se la pasó en guerras y batallas conquistando territorios franceses, nunca fue contaminado por la peste. En cambio tres de sus hijos murieron por la peste negra.
Muchas son las grandes diferencias del hoy con la Edad Media, entre ellas la de que en esa época la ciencia no existía. La medicina tenía cierta independencia de la filosofía, pero era más empírica que científica. La gran referencia eran los libros de Galeno, el "médico" más destacado del imperio romano, libros que tenían más de mil años de existencia. El "tratamiento" se realizaba de una forma reflexiva, muy influenciada por las impresiones de Galeno.
Fue una pandemia que duró seis años, como promedio, con la exasperación de la gente, que se daban cuenta de que los tratamientos solo eran excusas para decir que habían hecho algo por el enfermo, pero no representaban nada efectivo.
Cuando sucedió la pandemia (año de 1347), era una época de permanentes guerras entre países. Dentro de lo tenebroso que resultaba la vida, se veían constantemente patéticos capítulos a consecuencia de la pandemia. El rey Luis I de Hungría suspendió su campaña contra Génova y se devolvió porque se le estaban muriendo muy rápido sus combatientes. Los pobladores veían llegar barcos a sus costas traídos por la marea, con un cargamento de solo gente muerta debido a la pandemia. Era cotidiano ver a un país atacando a otro con catapultas, que en lugar de lanzar bolas de hierrro o piedras, lanzaban gente infectada para contaminar al enemigo.
Las permanentes guerras y la pandemia hicieron que se concibiera la vida como hecha para morir rápido. De allí que las muertes por arrojo en las batallas fuesen las más frecuentes.
No es lo mismo haber nacido en esta época que en aquella. En aquella época no había elementos suficientes para cuidarse eficientemente de nada. Haber nacido en la Edad Media ya era una amenaza de muerte temprana. En nuestra Edad Contemporánea morir depende eminentemente de la persona. Ya la prevención está llegando a ser una cultura fácil de practicar con sus buenas herramientas.
En la Edad Media el tapabocas era una máscara que se usaba como un experimento para protegerse. Hoy en día al tapabocas se le conoce sobremanera su efectividad, y se cataloga como una condición para la prevención. Hablar de una pandemia de seis años con 125 millones de muertos, donde moría todo el que se contagiaba, no es consuelo para otra que lleva dos años y dos millones de muertos con 56 millones de recuperados.
La pandemia es rosa para el que no le da, y una gripe para el que se recupera, pero es una peste negra para el que muere. Quizás en las generaciones futuras se sentirán con suerte por no haber nacido en nuestra era, así como nos sentimos nosotros por no haber nacido en la Edad Media.
