miércoles, 17 de marzo de 2021

El Conde y la condesa de San Xavier


El Conde y la condesa de San Xavier
Mi casa en El Conde y la Condesa sobre ella.

La urbanización El Conde la hicieron entre los años 1927 y 1928, siendo sus constructores y promotores Juan Benzo, Tomás Sarmiento y Juan Bernardo Arismendi, este último el dueño de la idea. Era hijo de un exitoso boticario de Río Caribe. Se vino a Caracas y le tomó el gusto al negocio de las casas y comenzó a comprar para vender, luego a hacerlas, y finalmente terminó haciendo urbanizaciones.

Juan Arismendi, al que familiarmente llamaban Juan Juan, se fue a París a negociar el terreno, que inicialmente era una hacienda sembrada de naranjas, y que era del conde de San Xavier. Esta hacienda terminó en manos de Antonio Guzmán Blanco, y Juan Arismendi finalmente llegó a un acuerdo con los descendientes del expresidente y adquirió el terreno.

Juan Arismendi hizo la Urbanización y le dejó ese nombre: urbanización El Conde de San Xavier, siempre conocida como urbanización El Conde. La inauguraron a finales de 1928 y duró apenas cuarenta años, gracias a los planes mal calculados del Centro Simón Bolívar, una institución creada para planificar y construir obras urbanas de interés público en Caracas y atender las necesidades de la clase media. Sin proyecto y en medio de un sin fin de desacuerdos y discusiones entre los técnicos encargados, muy influenciados por criterios encontrados dentro del grupo político imperante, tumbaron toda la urbanización El Conde para hacer unos edificios y a la final solo hicieron uno, de los tantos que tenían en los planes. El fracaso fue tan estruendoso que se paralizó toda la construcción y el edificio hecho tuvo que ser vendido a una cadena hotelera.

A todas estas, yo estaba empezando a estudiar ingeniería cuando estaban terminando de derrumbar a la Urbanización. Ya habían tumbado a su cine y a su iglesia, y casi todas las casas ya estaban en el suelo. Fue doloroso ver a esa urbe agonizando, otrora siempre llena de vida y de vivencias, y ver la casa donde naciste amenazada por un tractor inmenso que teníamos al lado, nada más esperando que nosotros nos mudáramos.

No nos habíamos podido mudar desde que nos dieron la noticia, y ya no teníamos vecinos ni por el frente ni por ninguno de los lados. Por supuesto se nos metían los ladrones, inclusive estando nosotros en la casa. No olvido al esposo de mi tía sacando a uno que se había metido por el solar en la madrugada. Yo estaba en mi cama y vi pasar a mi tío por el patio central de la casa con el ladrón delante de él con las manos arriba, y él detrás apuntándolo con un viejo y gran revólver, camino a la calle. Por cierto que después nos dijo, muerto de la risa, que tenía la duda de si ese revólver iría a disparar o no en caso de algún percance con el ladrón pues nunca lo había usado después de varios años de tenerlo.

Finalmente nos fuimos y enseguida demolieron nuestra casa. Toda nuestra pequeña historia quedó enterrada. Habían terminado así las demoliciones. Cuando salimos, le pasamos al frente al liceo Andrés Bello, que nos quedaba a la media cuadra, y con el que a Dios gracias  no se metieron.

Los terrenos duraron más de treinta años sin hacerles nada hasta que surgió la Galería de Arte Nacional. En estos días me fui a conocerla por dentro, calculé, y me paré exactamente en el lugar donde estaba nuestra casa. Cuando levanté la cabeza tenía al frente un cuadro imponente, como de dos metros de altura, con una mujer a cuerpo entero, vestida de traje largo vaporoso, bordado con encajes en sus extremos. La mujer tenía una flor entre sus dedos. En el ángulo inferior izquierdo del cuadro, decía: Teresa Mixares de Solórzano y Tovar. Primera condesa de San Xavier.