sábado, 25 de marzo de 2023

ETA y Óscar, tal y como me lo contaron

Heriberta Manzo Pérez y 
mi tío Óscar Manzo Núñez

ETA y Oscar, tal y como
 me lo contaron
Anécdotas sabrosas familiares que siempre quiero rescatar.

          Corría el año de 1944. Yo ni remotamente había nacido. Estaba de presidente Medina Angarita. Ya había demolido el viejo barrio El Silencio y estaba construyendo los edificios. Mi papá y mi mamá estaban de novios oficiales y mi abuelo Julio, el papá de mi mamá, tenía para el momento casi quince años viviendo en Caracas desde que dejó la agricultura en su querido pastizal de Aragüita de los alrededores de su pueblo Montalbán de Carabobo, debido a la debacle del café por la Primera Guerra Mundial.

          Mi abuelo Julio tenía tres hermanas, y las tres vivían en Montalbán. Dos de ellas eran solteras, y para ese año vivían juntas en la casa que había sido de sus padres, en lo que hoy es la calle Carabobo de ese pueblo bendecido, con un clima ideal, en una casa que quedaba a cuadra y media de la iglesia, y que tenía un solar tan grande que ocupaba un cuarto de manzana. Inmenso. La casa todavía existe y está en manos de descendientes directos de mi abuelo Manzo. 

          Ellas fueron Heriberta y Carmelita. La Tía Heriberta era un poema de mujer. Heriberta era bajita y gorda. Carmelita era alta y flaca. Eran Ita y Eta, las dos solteras de la familia. Eta era líder, mandona. Era el gerente de la casa. Era la referencia de Carmelita. “Como diga Heriberta”. “Vamos a preguntarle a Heriberta”, eran frases en Carmelita muy frecuentes. Cuando tenía hambre le decía: “Heriberta, tengo la nariz fría...”. Pero Eta era frágil y amorosa. Le encantaban las matas y las flores, a las que les prodigaba fervoroso cuidado desde la mañana temprano. Vivía de su fe en Dios y del amor por su familia. A los hijos de su hermano Julio les profesaba una especial tibieza. Tenía su mesa de los santos, donde con frecuencia colocaba bajo el mantel una locha para los sobrinos, quienes hurgaban y la encontraban. Eta la escrupulosa: No tocaba dinero con las manos. Decía que las monedas eran sucias, y que los pordioseros se las metían en los oídos. 

          Todos estos cuentos me los echaba mi mamá, con quien tuve la dicha de vivir muchos años en sus últimas épocas. La mejor y más grata interlocutora que he tenido en mi vida.

         Hay una carta de Heriberta que es una joya. Delicada, lenta, con una caligrafía clarísima, que da gusto leer. Se la hizo en 1944 a su sobrino Oscar, mi siempre admirado y querido tío Óscar, con quien converso frecuentemente. Oscar es el hermano menor de mi mamá. Heriberta hizo esta carta conmovida por otra que le hizo Oscar a ella. Heriberta de 80 años y Oscar de 13 años, quien estaba en el seminario en Caracas: 

14-5-44. Mui querido Oscar! Tuve ayer la grata sorpresa de recibir tu carta y en ella la linda Imagen de la S Vírgen de Coromoto de quien soy yo tan devota, y tanto le debo. Mil gracias. Dispensa que te escriba con lapiz pero desde Diciembre que me dio mui fuerte la gripe me quedó la vista penosa, y como tu eres de tanta confianza, no me privo del placer de escribirte. Cuanto me alegro de que estes bien en el Seminario! Si Dios y la Sma Virgen me conceden algún día volver a Caracas tendre el placer de ir al seminario. Por acá todos buenos, solo Carmelita tiene una afección en la boca ella fue a Caracas y se reconoció con Dr. Martín Vegas y se esta haciendo un tratamiento que le dio. Sergio Julio Jesús y Cármen buenos, y Julio J ba a entrar en la escuela pronto. Torcuato, en Caracas con C y los niñitos, Jesus, vive con nosotras es un famoso compañero, esta empleado en la junta eleccionaria Augusto y Santiago se fueron para Caracas S con su broma de la rodilla, él fue con Sergio a Tinaquillo a reconocerse con un afamado Doctor español que vive allá le ofreció curarlo, pero que le quedara la pierna tiesa y S no quiso, el esta mui gordo y de buen color, el mal parece que no le afecta el organismo pero no lo deja trabajar como el quiere. Dispensame los borrones es de la devilidad que me dejo la gripe como un recuerdo Dios y la Sma V no la dejen volver. Carmelita y Jesus te abrazan. No te preocupes por los examenes que tu eres muy joven y tienes tiempo para estudiar, con mucho gusto te encomendare al Señor y a la Sma Virgen y á Sn Bosco que fue gran protector de la juventud para que Ellos te saquen felizmente. Te abraza y bendice tú tia que te quiere y te recuerda con placer. Eta.
 
          Heriberta ya había venido a Caracas, porque cuando chiquita era muy consentida por su papá, quien se la traía con él cuando era senador, sobre todo cuando había carnavales, muy esperados y concurridos, y se quedaban a dormir en el Arzobispado. Carmelita era la primera vez que venía a la gran Ciudad, cuando fue a recetarse con el Dr. Martín Vegas de esa afección en la boca que Heriberta le menciona a Oscar en su carta. 

          Santiago se quedó con la pierna tiesa y así murió. Oscar al poco tiempo se salió del seminario. 

           Heriberta murió a los dos meses de escribir esta carta. La muerte se la produjo esa misma gripe a la que hacía referencia que volvió a pesar de los ruegos, que no le permitía ver bien, que no le permitió ver más. Y Carmelita, su hermana y compañera de vida y soledad, murió un poco después, ese mismo año, debido a los trastornos digestivos, a los trastornos que la aquejaban, causantes de su quedada. 

          Si Carmelita hubiese sobrevivido a sus problemas digestivos, no hubiese soportado la vida sin Heriberta.