domingo, 22 de mayo de 2016

El final del ágape

Ahora que Venezuela tiene que dejar de ser dependiente del petróleo, y que, por lo tanto, se verá obligada a encontrar otras fuentes de producción que generen divisas, no se puede dejar de pensar en la necesidad de repartir mejor a la gente, pues un país cuyo 80% de su población vive en el 10% de su área verá serios inconvenientes para diversificar su economía, con tamaña evidencia de abandono de cualquier otra área que no sean las ciudades del eje norte costero, salvo escasas excepciones.

No se puede entender que se haya dejado pasar el tiempo, y que en los últimos cincuenta años de vida paisana no haya habido conciencia de que el boom petrolero estaba provocando una inusitada inmigración a las ciudades más cómodas, una inmigración tanto de venezolanos como de extranjeros, a tal punto de que después de esos cincuenta años esas ciudades se transformaron en lugares tormentosos debido a la superpoblación, a la insalubridad y a la delincuencia, las dos últimas provenientes de ese cordón de asentamientos humanos no planificados que creció en las periferias, sobre todo en Caracas, una ciudad rodeada de zonas espontáneas.

Caracas ya no soporta una vida comunitaria idónea; una ciudad que se desarrolla en una longitud de 30 kmts aproximadamente y en una amplitud de apenas seis kmts como promedio no puede soportar una población de casi ocho millones de personas, la gran mayoría en barriadas. No es conveniente que sigamos pensando en consolidar esas barriadas, tales como la José Félix Ribas, la más grande del mundo, haciendo ese esfuerzo tan costoso para consolidar lo inconsolidable. Más vale actuar con un pensamiento más holístico como el de ir evacuando esa masa de gente hacia otras áreas del país con el atractivo de un desarrollo integral humano para ellos a través de la educación, la vivienda y el trabajo.

Desde 1960 para acá se viene alertando sobre esa necesidad de evacuar Caracas e ir poblando espacios en la zona noroeste del Estado Bolívar y en la zona suroeste del estado Guárico que son enclaves perfectos para desarrollar nuevas ciudades, según estos estudiosos especialistas, que si se les hubiera hecho caso ya hubiese al menos cincuenta años en esa labor emigratoria; pero ha pasado el tiempo y no se ha trabajado más allá de los planteamientos.

Llegamos a los topes de consideración por las estadísticas mundiales en cuanto a superpoblación urbana y a los males que ello genera, dormidos debido a la bonanza petrolera. Ahora hay que “abrir los ojos”, dado el final del ágape, y considerar seriamente estas propuestas, pues un país con el 80% de sus ciudadanos viviendo en el 10 % de su territorio tendrá serias dificultades para conseguir diversificar su economía.