sábado, 14 de septiembre de 2019

Los millones de Millau


De Vincent - Fotografía propia, Dominio público,
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Los millones de Millau
O cuánto vale la tranquilidad de un pueblo.
(Especial para CincoNoticias.com)

          Cuando se viene desde el norte de Francia y se está a punto de llegar a la costa mediterránea, se pasa por Millau, un pueblito de un poco más de veinte mil habitantes pero que sin embargo tiene más de tres mil años de existencia. Allí se fabricaba gran parte de la cerámica que utilizaba el Imperio Romano para sus construcciones, y ellos vivían de eso. Obviamente al desaparecer dicho Imperio Millau se desapareció del mapa como por arte de magia. Comienza enseguida la Edad Media y al cabo del siglo XI  reaparece Millau de la nada como buscando la revancha hasta que es anexionada a la corona de Aragón. En 1258 pasa a la corona de Francia al ser cedida por Jaime I de Aragón. En 1362 cae en manos de Inglaterra como botín incluido en la toma de territorios que hizo ese país a raíz de la famosa y cruel Guerra de los Cien años. Después de tantos vapuleos vuelve a manos de Francia y se transforma a través del tiempo en un atractivo turístico debido a su historia, su arquitectura medieval, sus cuevas, su jardín botánico, su museo, y desde el siglo XX sostiene una pujante industria del guante alrededor de la cual gira principalmente su economía.

          Pero no es por nada de esto que el pueblo de Millau es famoso hoy en día. Resulta ser que todos esos turistas que bajan del norte de Francia todos los años para vacacionar en las costas mediterráneas de este país tienen que pasar forzosamente por el mítico Millau, y las largas filas de automóviles que se formaban kilómetros antes de llegar y luego en sus estrechas calles, eran interminables. La gente duraba de tres a cinco horas metidas en el auto solamente para poder avanzar y luego pasar por el tramo de Millau.

          Hasta que surgieron las protestas de la gente, tanto de los pobladores como de los turistas, gente que se veía sometida todos los años a aquel suplicio. Esa situación hizo despertar a las autoridades centrales del gobierno de Francia quienes se decidieron por elaborar un proyecto para eliminar de una vez por todas esa tan incómoda situación.

          Los estudios preliminares dieron como resultado que había que construir una vía alterna en el mismo sector pero separado del poblado, y se presentó el grave problema de que la única manera era atravesar el cañón del río Tarn, que no tiene nada que envidiarle al cañón del Colorado en cuanto a envergadura y altura. Esta situación fue tremendo obstáculo.

        Se contrataron profesionales especialistas para encontrar una solución efectiva, la menos costosa, y rápida de construir, tras lo cual se presentaron cuatro opciones, las tres primeras fueron rechazadas por lo extensas en su recorrido y porque ameritaban la construcción de varios puentes. Finalmente se seleccionó la que proponía atravesar el Valle sobre el río Tarn con una sola construcción, lo cual evitaba hacer túneles y largos recorridos. Se haría un solo puente, que sería más bien un viaducto dado que iba a tener mucho más de una luz (tramo entre columna y columna) debido a la longitud que tenía que salvar, muy parecida a la envergadura del Cañón del Colorado, como dijimos antes, de casi tres kilómetros de longitud.

          Resulta ser que se hizo el viaducto a un costo de casi 400 millones de euros, y en apenas 36 meses se logró salvar esa distancia con una altura de puente que pasa los trescientos metros, convirtiéndolo en el más alto del mundo, y un puente que ameritó la anuencia hasta de arquitectos, con la idea de conservar las visuales del paisaje local. Parecerá increíble, pero si no hubiese sido por el uso de técnicas medievales y otras muy alejadas de la modernidad, no se hubiese podido construir el puente, pues el hormigón que se utilizó, el más resistente del mundo, fue logrado en el siglo XVIII por un ingeniero inglés utilizando materiales y técnicas de la época más dura de Millau, la época de la Edad Media; y además el uso del teflón fue definitivo, un producto descubierto en 1938. Finalmente, la forma de los tableros los cuales sostienen a la vialidad, es aerodinámica, tal y como si fuesen las alas de un avión pero volteadas, buscando que la fuerza del viento empujara a la vía hacia abajo y no hacia arriba, como es el caso de las alas de un avión.

          Es así como hoy en día Millau volvió a ser el pueblito tranquilo que venía siendo desde que las guerras medievales la dejaron en paz hasta que la modernidad le atosigó su modesta vía al resultar ser a la larga el camino más corto para  llegarle desde el norte de Francia a la costa mediterránea, un paso hoy felizmente suplantado por el imponente y maravilloso Viaducto de Millau.