sábado, 23 de septiembre de 2017

Los terremotos y las fallas de Venezuela




Los terremotos y las fallas de Venezuela
(salirle al paso a las especulaciones)

Los terremotos ocurridos recientemente han servido para muchas cosas. Además de para las televisoras ganar rating y algunos políticos y artistas tomarse fotos con los afectados y ganar popularidad, han servido también para especular con las predicciones, que van desde la ocurrencia de otros terremotos peores hasta la desintegración de la Tierra.

Nada más lejos de la realidad. No se ha podido predecir los terremotos y La Tierra tiembla desde que tenemos conocimiento de su existencia como planeta. La Tierra es un planeta joven, lleno de vida, y como todo ser viviente se transforma a lo largo del tiempo. Todos sabemos que el continente americano es una escisión de Europa y África, y el continente americano se sigue moviendo del este hacia el oeste, y en ese viaje choca contra las placas tectónicas del Océano Pacífico, que son más lentas que ellas en su movimiento por ser de mayor edad. Este choque de placas, que son grandes masas de corteza terrestre, es lo que origina los terremotos, que no es otra cosa que la energía liberada en esos choques.

Los terremotos se originan por lo tanto en lo que se denominan las fallas, que no son más que zonas donde interactúan estas grandes masas o placas tectónicas en sus movimientos, donde chocan entre sí debido a sus diferencias de velocidad de movimientos, que son en varias direcciones. Entre las fallas más importantes del mundo están la de San Andrés, que divide a Norteamérica del Océano Pacífico y  la Fosa de Perú Chile o Fosa de Atacama que va a todo lo largo de la costa occidental suramericana, ambas muy activas en nuestra Era.

Venezuela pertenece a la Placa Suramericana pero está bastante lejos de la Falla de Atacama. A Venezuela le pasa la Falla de Boconó por la Cordillera de los Andes, la Falla de San Sebastián por la Cordillera de la Costa y la Falla de El Pilar en el Oriente, todas de comportamiento discreto, comparativamente. Las tres unidas dividen a la Placa Sudamericana de la Placa del Caribe, con movimientos que históricamente no son de mayor cuantía, a excepción de eventos como los de 1812, 1900 y 1967, excepcionales. Se dice que la Placa del Caribe se mueve un promedio de un centímetro por año hacia el oeste, a lo largo de estas fallas, y es lo que produce la mayoría de los movimientos telúricos que suceden en el País, casi todos de intensidad baja (magnitud igual o menor a 3) a media (magnitud entre 3 y 5).

De tal manera que podemos estar relativamente mucho más tranquilos, o mucho menos intranquilos que nuestros congéneres de la Costa Oeste de EEUU, de la costa suroeste de México y de las costas de Ecuador, Perú y Chile, sometidas al comportamiento histórico de las fallas de San Andrés y de la Fosa de Atacama, con mucha actividad en esta época.

viernes, 15 de septiembre de 2017

Salutis et virtutis


SALUTIS ET VIRTUTIS
Las virtudes más provechosas

Encontré en una reconocida Universidad venezolana un programa de perfeccionamiento en materia filosófica, el cual da formación en metodología y lógica a quienes nunca hemos estudiado formalmente esa magna disciplina. Me pareció excelente porque eso nos permite afrontar de manera útil para todos, todos los retos que se nos presenten (intelectuales, profesionales, personales, etc.) a través de la lógica y el método, y así atender de la mejor manera cualquier argumentación. 

A través de esas herramientas  aprendí que el egoísmo, la codicia, la avaricia, la soberbia, el falso orgullo y los oscuros intereses bombardean la paz, una cuestión que aplica desde las relaciones dentro de la familia y círculo de amistades, hasta las relaciones dentro de los países.

Como personas, como conjunto de personas, lo que más deseamos es salud y paz. Con salud todo se puede buscar. Con la paz todo sale bien.

Con la suerte de contar con la salud, la paz está a nuestro alcance. “Yo quiero vivir en paz”. “Déjenme vivir en paz”, son frases típicas de la gente cuando tienen la salud vigente. “Déjenme morir en paz” es la que aparece cuando la salud ha declinado. Y la paz vuelve a estar presente.

No es fácil la paz. Más fácil es la guerra, porque el hombre es débil a los vicios, que son más numerosos que las virtudes que debemos tener para enfrentarlos, pero que no son más fuertes que ellas.

Las guerras habidas en el mundo, desde Las Cruzadas, las conquistas de los grandes imperios, las conquistas inglesas y españolas en América, pasando por las dos guerras mundiales habidas y llegando hasta las guerras actuales en Yemen, en Siria, todas han obedecido y obedecen a la injusticia que generan el egoísmo, la codicia, la avaricia, la soberbia, el falso orgullo o los oscuros intereses. Los distanciamientos en las familias, desde los sucedidos en las casas reales inglesas y sus dinastías hasta los habidos en las familias de apellidos más rancios de nuestras sociedades actuales, todos han sucedido debido al egoísmo, la codicia, la avaricia, la soberbia, el falso orgullo o los oscuros intereses.

Si el hombre viviera buscando día a día su equilibrio, automáticamente velaría por la paz en su entorno, nada más apreciado. Y no se presentarían ni los pleitos domésticos ni los pleitos entre países.

Luchar por el equilibrio personal. Practicar la justicia, que así como el egoísmo es el padre de todos los males, la justicia es la madre de todas las virtudes[1].

Cuando el hombre logra comprender a la justicia, queda listo para conseguir las otras tres virtudes magnas que hacen al ciudadano perfecto, cuales son: la prudencia, la fortaleza y la templanza. La justicia y estas tres virtudes, denominadas las cuatro virtudes cardinales,  forman al ciudadano equilibrado, al ciudadano perfecto, y son cuatro inmensos “cañones” contra la guerra entre países, entre familias, entre personas.

 La templanza, la prudencia, la justicia y la fortaleza, las virtudes más provechosas para los hombres en la vida” (Sagrada Escritura, Sb, 8,7).

Salutis et virtutis!


[1] Virtud: propensión y facilidad para conocer y obrar el bien.

lunes, 4 de septiembre de 2017

Pancho Angarita y mi papá

Pancho Angarita y mi papá
De cómo se conspira, y se pierden y se salvan vidas
(Especial para Biblioteca de autores y temas tachirenses)

Es impresionante los estragos síquicos que logró hacer en tantos venezolanos de la época, y en la de sus sucesores, ese estilo tan férreo de Juan Vicente Gómez a la hora de mantener presos a quienes adivinaba o suponía adivinar le estaban tejiendo una red conspirativa para sacarlo del poder. A ese pensamiento le dedicó la segunda etapa de su largo gobierno y no lo abandonó hasta la hora de su muerte.

No en balde el citado estilo provocó que sus consecuencias fuesen narradas por grandes literatos de la época, entre ellos Carlos Brandt, quien en 1947 escribió el libro “La época del terror”, donde trata como “época” a todo el tiempo en el cual el país estuvo bajo las riendas de Gómez. 

Y es que no era para menos. Nunca en el país, ni antes ni después en su historia republicana, se ha sabido de presidios más largos y condiciones más infrahumanas para los presos que por pensar diferente sacrificaban media vida tras las rejas en sótanos y con bolas de hierro ancladas a sus piernas. Casos emblemáticos son los de Rafael Arévalo González y Román Delgado Chalbaud. El primero pasó la mitad de su vida tras las rejas. Estando allí nació y murió su último hijo sin él poder haberlo visto nunca; y estando allí se enteró de su viudez, y eso porque uno de los vigilantes de la cárcel le dijo que acababa de pasar por el frente el entierro de su esposa. 

Pero el caso de Román Delgado Chalbaud se pelea con el de Arévalo González por lo patético. Delgado Chalbaud pasó 14 años preso. Aunque Arévalo pasó el doble, lo hizo en 14 cárceles diferentes, con algunos intervalos libres. Los años de Chalbaud fueron seguidos y en una sola cárcel: La Rotunda, la más temida de la época, en sótanos de más de 10 metros de profundidad y siempre con una bola de hierro de 35 kgs amarrada a una pierna. En todos estos años nunca vio a sus hijos y a su esposa la vio una sola vez, y eso a cambio de una hacienda.

Román salió de la cárcel con unas ganas incontenibles de tumbar a Gómez y le declaró la guerra. Como la condición de este para sacarlo era que se fuera  de Venezuela, aprovechó y se instaló en Francia, donde durante dos años diseñó con toda la paciencia y lujo de detalles una conspiración de las nunca antes mejor planificadas, sin descuidar detalle. Así fue como en un barco alquilado salió de Polonia hacia Cumaná en julio de 1929 en la expedición teóricamente mejor planificada de su vida pero con muchas suposiciones hechas de participación de confabulados en otros frentes en diferentes partes del país de las cuales todas fallaron, inclusive una que comandaba un tal Pedro Aristeguieta que llegó a actuar pero que se le acabaron las balas en plena faena y replegándose los mataron a casi todos, incluyéndolo a él. 

El día anterior a esos sucesos, viendo Román que no llegaba nadie como estaba previsto, se bajó del barco y empuñó una ametralladora en un ataque de ira y desafío y armándola en el piso recibió dos impactos de bala que le quitaron la vida. Allí terminaron los dos años de planes al dedillo y la vida de este señor, con 55 años apenas, habiendo entrado de 42 años a la cárcel, es decir, 14 años preciosos entregados a una vida de perros.

En el barco venía también el escritor José Rafael Pocaterra, el médico Rafael Vegas y Francisco Angarita. José Pocaterra quedó vivo porque nunca se bajó del barco, al igual que muchos acobardados a última hora debido a que no llegaron los refuerzos. Pocaterra dice en sus memorias que a Rafael Vegas lo mataron de un tiro en la cabeza, hecho que menciona varias veces, pero resulta que Federico Vegas, sobrino de este último, escribió un libro basado en las memorias de su tío, y esas memorias llegan hasta épocas muy posteriores al capítulo del Falke. Francisco Angarita, al que mi papá le decía “Pancho”, también quedó vivo por lo mismo que no se bajó del barco.

Mi papá estaba en Cumaná el año del ataque del Falke, y era Secretario del gobernador del Estado Emilio Fernández, compañero revolucionario de mi abuelo en la toma de Caracas por Cipriano Castro. Fernández fue descrito por Ramón J. Velázquez como… “un hombre valiente y arriesgado”, al igual que Román Chalbaud, compañero de luchas de Fernández en la Revolución de Cipriano Castro, ahora enfrentados por circunstancias de la vida.

Estos dos amigos murieron en el mismo lugar y ese mismo día, en ese enfrentamiento provocado por la invasión.  Ese mismo día salvaron la vida otros dos amigos: Pancho Angarita y mi papá. Uno porque no fue a la refriega y se quedó en el barco y el otro porque no fue a trabajar pues se sentía mal.